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Luis Felipe Fabre

Declaración de las canciones oscuras

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  • Kas DIHmembuat kutipan3 tahun yang lalu
    Quisiera estar ciego para dejar de ver esta oscuridad espeluznante
  • Irasema Fernándezmembuat kutipan8 bulan yang lalu
    Y que allí donde no encuentre mi lengua sentencia ni palabra valga el dedo de argumento. Que hable el dedo. Que comunique con la frescura de su carne lo imposible de la diligencia. Que clame que traer el cuerpo todo hubiera sido un despropósito pudriéndose en el camino. Que explique la parte la ausencia del resto. Que con el dedo se entretenga doña Ana. Que le sirva el dedo de consuelo mientras se secan esos huesos y se curten del fraile los pellejos. Que sea este dedo mi lengua y amenamente hable.
  • Agustinamembuat kutipantahun lalu
    Al fin la flecha había alcanzado al ciervo y el verso al verso y el ciervo murió. Y el ciervo no murió sino que trocose en una paloma y la paloma alzó el vuelo.
  • Agustinamembuat kutipantahun lalu
    ¡Oh llama de amor viva

    que tiernamente hieres

    de mi alma en el más profundo centro!

    Pues ya no eres esquiva,

    acaba ya, si quieres;

    ¡rompe la tela de este dulce encuentro!
  • Agustinamembuat kutipantahun lalu
    Ama y deléitate en lo que no entiendes.
  • Agustinamembuat kutipantahun lalu
    Perdido, loco, ciego, mendigando una mirada donde mirarse, y cuyo amor es un secreto incluso para él mismo.
  • Agustinamembuat kutipantahun lalu
    Tengo que andan los seres y las cosas mudando sus naturalezas y, desalojando sus moldes, vagan materias y sustancias por inconstantes formas.
  • Agustinamembuat kutipantahun lalu
    Cierto es que caprichosa diosa es la Fortuna
  • Agustinamembuat kutipantahun lalu
    aunque en verdad un poema nunca su fin alcanza sino que antes se llega y vuelve a su silencio primero y en aquella callada oscuridad halla de nuevo principio
  • Agustinamembuat kutipantahun lalu
    Y en aquel infinito abismo le pareció ver su rostro copiado en el rostro de aquel hombre que con su ballesta le apuntaba y tuvo que era su muerte la que lo acechaba desde el otro pero que con sus mismos ojos lo miraba y sus ojos ambos apartaron espantados.
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