Sermones parroquiales / 1

si no nos inquieta estar en el error, si no sentimos especial deseo de saber lo que es correcto, ¿no es síntoma evidente que estamos viviendo para el mundo y no para Dios

Este es el verdadero privilegio de los cristianos conscientes; y, por contraste, es una mezquina manera de servir a Dios andar calibrando «Si no hago esto, me juego la salvación de mi alma» o «Si lo hago, tengo posibilidades de salvarme»; pero, también por contraste, es una manera humilde, porque es la mejor, y la única forma que tienen los pecadores como nosotros de empezar a servir a Dios.

Pregunto: ¿en qué sentido somos mejores por ser discípulos de Cristo? ¿Qué razones tenemos para pensar que nuestra vida es muy distinta de lo que hubiera sido en caso de ser paganos? ¿Hemos recibido el reino de Dios para, según el texto, «hablar» o para «hacer»?

En cambio, cuando alguien es sincero en su deseo de llegar hasta el fondo de su corazón, de expulsar el mal, purificarse y dominarse más cada día, para conocer y hacer la Verdad, ¿dónde está el problema? Sólo es cuestión de tiempo, porque es seguro que ese alma irá adelante en lo espiritual. La norma que debe seguir es tan simple y hasta trivial que al principio se sorprenderá de oírla. Dios hace cosas grandes con métodos sencillos y los hombres se retraen de ellos por orgullo, precisamente porque son sencillos

Van adelante respetable y felizmente, con los mismos gustos y hábitos que habrían practicado si no hubieran recibido el Evangelio.

En palabras de san Pablo, «no sabemos lo que debemos pedir como conviene», «pero el mismo Espíritu intercede por nosotros con gemidos inefables» (Rm 8,26), no sólo guiando nuestros pensamientos, sino dirigiendo nuestras palabras.

que vuestros pensamientos de la mañana y de la tarde sean momentos de reposo para los ojos del alma y que esos pensamientos se centren en la vía estrecha y las bendiciones del cielo y de la gloria, y en el poder de Cristo nuestro Señor.

Estate en guardia, especialmente cuando se presenten circunstancias o situaciones nuevas que te interesen y agraden, para que no te saquen de tus hábitos de oración.

Así, al ser abandonados por su auténtico guía interior, se ven obligados a tomar otro guía, la razón, que por sí misma poco o nada entiende de religión

Cuando abandonas la práctica de la oración fija, poco a poco te vuelves más débil sin darte cuenta