Nestor Braunstein

El ejemplo es brutal: demuestra que la historia no produce ni determina a la memoria sino que ésta, la leyenda aceptada por la comunidad, da fundamentos y contenido a la historia o, para ser más exactos, al mito consagrado en una escritura “sagrada” y manifestado en un ritual “conmemorativo

Jesucristo hay una memoria sin historia pues no sobreviven documentos

La historia es factual, se ocupa de los hechos pasados; la memoria, en cambio, es actual pues esos hechos del pasado

Para quienes ejercen (o aspiran a ejercer) el poder político, la “memoria colectiva” es un campo de batalla donde es menester imponerse y asegurar la posesión y el dominio. Llegar a ser el dueño de la memoria (y del olvido) de las comunidades, administrar las tergiversaciones, es una preocupación

El conflicto entre escribir la historia y contar historias, entre verdad y ficción, en la escenificación del pasado, es una constante en el pensamiento occidental. Redactar la historia es recortar la realidad de lo que se sabe sobre el pa

para promover una psicología, por entonces embrionaria, que encontraba una cómoda analogía en las heridas corporales producidas por guerras y accidentes. Así como el organismo, el alma podía ser lastimada

De la experiencia original del desamparo, del grito, del auxilio, de la acción específica, quedan trazas mnémicas, marcas en la memoria, que orientarán la marcha del sujeto por el mundo tratando de repetir, ante cada estado de tensión, ese modelo que aporta una satisfacción

poder. ¿Qué pasa con la memoria de los individuos y de las comunidades cuando se desvanece la prohibición de hablar del pasado y cuando la historia vivida, la participación en los acontecimientos, lastima el orgullo de los sobrevivientes y se carga con tintes de rubor vergonzante

futuro. También me propongo abordar la complicidad pasiva y silenciosa de las masas con los regímenes despóticos mientras éstos ejercían el

Debe haber lugar para el recuerdo de los culpables en el doble sentido del genitivo “de”: recordar quiénes son y fueron y también, aunque tanto a ellos como a sus víctimas les cueste reconocerlo, indagar y registrar lo que ellos recuerdan, recuperar sus memorias. Hablo de investigar lo guardado en la memoria “del otro”, la del supuesto verdugo activo o pasivo, empujado al silencio por la voz dominante