Paul Johnson ve a los intelectuales como un fenómeno de las postrimerías del siglo XVII: pensadores laicos que ocuparon el lugar de los sacerdotes, escribas y augures que guiaron a la sociedad en épocas más religiosas. Pero el intelectual no es un servidor o intérprete de los dioses; es un sustituto que afirma poder diagnosticar y curar los males de la sociedad sin más ayuda que su intelecto. Este libro provocador constituye un examen de las credenciales, de orden moral y de criterio, que poseen los intelectuales para aconsejar a la humanidad: su método para arribar a conclusiones, su respeto por la verdad, la aplicación de los principios públicos a sus vidas privadas, su actitud ante el dinero, su relación con la esposa y los hijos. Estos temas son abordados en una serie de estudios de casos, Rousseau, Shelley, Marx, Ibsen, Tolstoy, Hemingway, Russell, Brecht, Sartre, Lillian Hellman y otros, los cuales se revelan en retratos incisivos como intelectuales a la vez brillantes y contradictorios, magnéticos y peligrosos.