La cuestión palpitante

ice que así en los seres orgánicos como en los inorgánicos hay un determinismo absoluto en las condiciones de existencia de los fenó-
menos.

fatalismo vulgar, el determinismo providencialista de Epicteto y Lutero, los trasladó Zola a la región literaria, vistiéndoles ropaje científico moderno

a mezcla de nobles aspiraciones y bajos instintos, de necesidades intelectuales y apeti-tos sensuales, de este combate que todos los moralistas, todos los psicólogos, todos los artistas se han complacido en sorprender, analizar y retratar.

la caída de una naturaleza originaria-mente pura y libre puede dar la clave de es-

mérito singular de la teología católica consiste en romper las cadenas del antiguo fatalismo, sin negar la parte importantísima que toma en nuestros actos la necesidad

. De un fatalismo providencialista, hemos pasado a otro materia-lista

materia y sus fuerzas y energías

entendían los escolásticos el sistema de los que aseguraban que Dios movía o inclinaba irresistiblemente la voluntad del hombre a aquella parte que convenía a sus designios.

iteratura y en filosofía, lo refiere todo a la naturaleza: para él no hay más causa de los actos humanos que
la acción de las fuerzas naturales del organismo y el medio ambiente. Su fondo es de-
terminista, como veremos. Por determinismo

. En filosofía, ambos términos se emplean desde tiempo inmemorial: ¿quién no ha oído decir el naturalismo de Lucrecio, el realismo de Aristóteles?