ILUSIONARSE DEMASIADO ES
sentir las retinas que se contraen y se derriten,
crujen,
como papel de celofán,
ante el calor,
la luz,
la llama del mechero,
el yunque.
Coger tanto aire en los pulmones
que el aire, apretado,
se transforma en un líquido
que ahoga incluso
a los seres con branquias,
a los peces
y a los calamares abisales.
Caer de una altura de más de cien pisos.
Vértigo consumado. Ingrávido aplastamiento.
Un hilo de sangre
sobre la calzada.
Flor.
Luego,
si la ilusión se comprime,
como un beso que se queda dentro de la boca