El cuerpo del delito

e llamo Helen Stoner y vivo con mi padrastro, que es el último superviviente de una de las antiguas familias sajonas de Inglaterra

con el rostro demacrado y ceniciento, y los ojos inquietos y asustados, como los de un animal acosado.

Una joven vestida de negro y cubierta con un tupido velo

Mrs. Hudson se despertó y su respuesta fue despertarme a mí, y yo a usted.

—Siento mucho haberlo despertado, Watson —me dijo—, pero es el destino de todos esta mañana.

familia de Surrey, los Roylott de Stoke Moran

¡Era Mr. Podgers, el quiromántico! Era inconfundible aquel rostro grasiento y fofo, aquellas gafas con montura dorada, aquella sonrisa lánguida, enfermiza, aquella boca sensual.

luna asomaba, como el ojo de un león, por entre una melena de nubes rojizas, e innumerables estrellas salpicaban la bóveda hueca, como oro en polvo esparcido sobre una cúpula púrpura. De vez en cuando una gabarra se balanceaba en la turbia corriente y

y recuperó de nuevo su antigua alegría.

decidió a favor de lady Clementina Beauchamp, una anciana encantadora que vivía en Curzon Street, y era prima segunda suya por parte de madre