La belleza oculta de las palabras cotidianas

La vida no ofrece al ser humano escapatoria al compromiso: si nos retiramos a una isla desierta no tardaremos, a la manera de un Robinson Crusoe, en elaborar una lista de tareas para hacer del lugar un sitio habitable o en comenzar a fabricar una balsa para huir

En el fondo, es un ensayo del acto de morir, un lugar donde lo interior y lo exterior puedan intercambiar los papeles y fluir sin forma fija.

primera vez. Nos liberamos de nosotros mismos, de nuestros logros, ambiciones y esperanzas para observar cómo vuelven a nosotros.

Comenzar la conversación diaria desde un punto de vista de libertad y falta de ataduras nos permite vernos a nosotros mismos y reingresar en el mundo como si fuera la

Dado que el mundo no va a desaparecer, la mayor disciplina parece ser construir una identidad capaz de vivir en el centro de todo sin sentirse asediada

comenzar bien es también una forma de arte.

La belleza es el fruto maduro de la presencia.

La esencia humana no consiste en llegar, sino en estar a punto de hacerlo. Somos criaturas en tránsito y nuestro viaje es una serie de llegadas inminentes que anticipamos.

Celebraremos el éxito, conscientes de que un nuevo horizonte se abre ante nosotros, que toca empezar de nuevo y que habrá que volver a hacerlo muchas veces más en el futuro.

Dado que el mundo no va a desaparecer, la mayor disciplina parece ser construir una identidad capaz de vivir en el centro de todo sin sentirse asediada.