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Richard Ford

Mi madre

Se llamaba Edna Akin, y había nacido en 1910, en un rincón perdido de Arkansas, una tierra dura donde ape-nas diez años antes forajidos y atracadores formaban parte del paisaje. Edna es la madre de Richard Ford, y el punto de partida de la reconstrucción, entre certezas y sospechas, pero siempre con un púdico e intenso amor, del enigma de la novela familiar. Y de la historia de esa niña a quien su madre –la abuela de Richard Ford— hizo pasar por su hermana cuando abandonó a su marido y se fue a vivir con un hombre mucho más joven. De esa superviviente que se casó con un viajante y, antes de tener hijos, vivió quince años en la carretera, en un puro presente. De esa madre que se quedó viuda a los cuarenta y nueve años, fue entonces de un trabajo a otro para mantenerse y mantener a su hijo adolescente, y nunca pensó que la vida era otra cosa que lo que le había tocado vivir… «El gran novelista americano dice adiós a la mujer que le dio a luz. Y es una despedida que conmueve y perturba» (Jean-Paul Dubois).
49 halaman cetak
Publikasi asli
2010
Tahun publikasi
2010
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Kutipan

  • Andrés Ignaciomembuat kutipan4 tahun yang lalu
    ¿Alguna vez se tiene una «relación» con la madre? No. Pienso que no. Lo típico sólo existe en la mente de personas poco reflexivas. Nosotros —mi madre y yo— nunca estuvimos unidos por la culpa o la vergüenza, ni siquiera por el deber. El amor lo cubría todo. Esperamos que este fuera fiable y lo fue. Siempre nos encargamos de decirlo —«Te quiero»— como si, inesperadamente, pudiera llegar un momento en que ella o yo quisiéramos oírlo, o cada uno de nosotros quisiera oírse a sí mismo decirlo al otro, pero por alguna razón no fuera posible.
  • Andrés Ignaciomembuat kutipan4 tahun yang lalu
    Nosotros —ella y yo— nos observábamos recíprocamente. Ella observaba a mi mujer y mi matrimonio y ambas cosas le gustaban. Observaba mis esfuerzos para ser escritor y no terminaba de entenderlos. «Pero ¿cuándo buscarás trabajo y te asentarás?», me preguntó una vez. Observaba que no teníamos hijos y no hacía comentarios. Observaba su vida y la nuestra y es posible que no se explicara del todo cómo una era origen de la otra.
  • Andrés Ignaciomembuat kutipan4 tahun yang lalu
    Puede que le pareciera que tenía una vida por delante. Que en aquellas circunstancias le fuera razonablemente bien, que se sintiera menos tensa, que dejara que las cosas sucedieran sin temer lo peor. Algo malo terminaba convirtiéndose en menos malo.

    Esto es al menos lo que yo deseaba pensar. Lo que siente un hijo en relación con su madre viuda cuando él está lejos se convierte en un asunto implícito.

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