Aunque tal vez errara mucho en los detalles, Freud acertó de pleno cuando señaló que, el día en que hubiera una explicación naturalista de la mente y la conciencia, llegaría un nuevo (y tal vez definitivo) empujón que contribuyera al destronamiento de la humanidad.
Orlando Mondragónmembuat kutipantahun lalu
Julian Barnes lo expresó a la perfección: cuando llega el final de la conciencia, no hay nada –absolutamente nada– de lo que asustarse.1
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La conciencia, ante todo, es una experiencia subjetiva: es fenomenología.
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Allí donde hay experiencias, hay fenomenología, y donde hay fenomenología, hay experiencias.
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En filosofía, a estas propiedades se las llama a veces también qualia: la rojez del rojo, la quemazón de los celos, o las punzadas agudas o el suplicio sordo de un dolor de muelas.
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fenomenología, es decir, en las propiedades subjetivas de la experiencia consciente,
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Thomas Nagel, quien en 1974 publicó un artículo ya legendario titulado «¿Cómo es ser un murciélago?»,
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Con cada nuevo avance en nuestro conocimiento, llega una nueva sensación de asombro y una nueva posibilidad para vernos menos apartados del resto de la naturaleza y más como una parte de esta.
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Yo no estoy de acuerdo. A mi juicio, la conciencia tiene más que ver con el hecho de estar vivo que con el de ser inteligente.
Rosa Ma. Quesadamembuat kutipan5 bulan yang lalu
Para cada uno de nosotros, nuestra experiencia consciente es lo único que hay. Sin ella, no hay nada en absoluto: ni mundo, ni yo, ni interior, ni exterior.