En situaciones de crisis pueden surgir epidemias de trastornos psicológicos y psiquiátricos -más o menos graves— de consecuencias impredecibles pero siempre traumáticas y con repercusiones en todos los ámbitos de la vida social, económica y de la salud.
La ansiedad, el confinamiento, la soledad, el aislamiento social, el miedo a la enfermedad, el duelo no superado, la pérdida económica y laboral, la incertidumbre y la impotencia ante situaciones que no podemos controlar son los detonantes, entre otros de estos trastornos que además en tiempos de crisis puede expandirse como un gas letal.
Estamos lejos, afortunadamente, del estigma con que el mundo marcó durante siglos los trastornos psicológicos y a los enfermos mentales o a los que simplemente eran o se comportaban de una manera diferente a la generalidad. Hoy podemos detectar, prevenir y paliar e incluso sanar estos estados que se esconden en la trastienda de nuestra mente