Una de las particularidades de un cierto tipo de mala persona es que no puede renunciar a una cosa por sí solo sin querer que todos los demás renuncien también a ella. Ese no es el comportamiento cristiano. Un cristiano puede creer conveniente renunciar a toda clase de cosas por razones especiales: el matrimonio, la carne, la cerveza o el cine, pero en el momento en que empieza a decir que esas cosas son malas en sí, o a mirar con desprecio a otras personas que las practican, ha escogido el camino equivocado
Esto resume puntualmente una de las principales y más nefastas actitudes del legalismo