La vía del futuro

no todos los círculos eran redondos. Algunos son nomás viciosos, le dijo

Falta mi cuerpo. Falto yo.

Puede que te traspases. Que despiertes al otro lado y no vuelvas más aquí.

Maia no puede dormir. La gana la compulsión a trabajar y estudiar. Un efecto colateral de las pastillas. El motor se recalienta y uno no puede apagarlo. Veinticuatro horas del día, siete horas a la semana, los chicos estudian y trabajan y se sienten felices haciéndolo. Terminan reventando en el hospital.

La alumbra un sol radiactivo y a lo lejos se dibujan nubes como surgidas de una explosión nuclear, pero ella se encuentra en paz con todo lo que la rodea, alejada de la entropía.

Green agradece el celo con que hago mi trabajo. Seguro agradece más que no haya llevado a juicio a la universidad después del tiroteo. Pensaban despedirme poco antes del incidente, pero el tiroteo cambió todo.

Sí, se ha ido al otro lado. Pero yo no me he podido quedar allá, en la casa que he ido armando con paciencia a lo largo de mis viajes.

Si creyera en algún dios le pediría ayuda. Pero no hay nadie, y una vez más debo hacer el viaje solo.

Ya verá lo difícil que es lidiar en el nuevo mundo sin ayuda química.

La geometría del campus es extraña. En los dorms hay puertas que no dan a ninguna parte y pasillos sin salida. Aulas que todavía no han sido abiertas. Pisos sin estrenar, no contabilizados a la entrada de los edificios. ¿Hechos por los constructores de la universidad o por el sincrotrón? No estoy seguro