Hablaron con camioneros de ojos somnolientos que habían pasado toda la noche en la carretera y con otros madrugadores que comenzaban su jornada. Fueron de mesa en mesa y recibieron movimientos de cabeza, encogimientos de hombros y respuestas como «me suena», «puede ser, no lo recuerdo».
Cuando salieron del restaurante en dirección a la tienda, Maggie estaba cada vez más nerviosa.
En la caja se acercaron primero a un hombre alto con sombrero de vaquero, que estaba pagando un tubo de pasta de dientes y un bote de champú. Maggie le pidió ayuda.