Cuando le pido que lo haga, ella se quita el sostén. Momentos después, su ropa interior se une a su sostén en el suelo y no puedo apartar la vista de ella, mi mente es incapaz de procesar la perfección de esta felicidad. Ella es tan hermosa que casi no puedo respirar. Apenas puedo entender que sea mía, que me quiere, que me ama. Ni siquiera puedo escucharme a mí mismo pensar por sobre la oleada de sangre en mis oídos, mi corazón latiendo tan rápido y duro que parece golpear contra mi cráneo. La vista de ella parada frente a mí, vulnerable y sonrojada de deseo, está haciendo cosas salvajes y desesperadas a mi mente. Dios, las fantasías que he tenido sobre ella. Los lugares a donde mi mente ha ido.