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Stefan Zweig

Montaigne

  • Flor de lizmembuat kutipan4 tahun yang lalu
    «No sé lo que voy a buscar en el extranjero, pero sé muy bien de lo que huyo en casa»
  • Adal Cortezmembuat kutipan4 tahun yang lalu
    Pero Montaigne escribe: «La lectura me sirve ante todo para despertar mi razonamiento con objetos distintos, para ocupar mi juicio, no mi memoria»
  • Bianca Beltránmembuat kutipantahun lalu
    Y ahora sólo le queda una cosa por conocer, a él, que estudia la vida y todas sus experiencias: la última de ellas, la muerte.
  • Bianca Beltránmembuat kutipan2 tahun yang lalu
    No cree en los libros ni en las doctrinas, sólo en la parte de ellos que ha sido vivida.150 Se da cuenta de que ni Cristo ni Platón, ni Séneca ni Cicerón han ayudado al mundo y de que en su época son posibles las mismas bestialidades que bajo el cetro de los reyes romanos. No se puede aleccionar a los hombres, sólo guiarlos para que se busquen a sí mismos, para que se vean con sus propios ojos. Ni gafas ni píldoras.
  • Bianca Beltránmembuat kutipan2 tahun yang lalu
    . La mirada que se dirige a sí mismo no lo ha aislado, no lo ha hecho extraño al mundo. No es Diógenes, que se esconde en su tonel, no es Jean-Jacques Rousseau, que se entierra en una monomanía persecutoria. Nada lo amarga, nada lo separa ni aleja del mundo que ama: «Amo la vida y la cultivo tal como Dios ha tenido a bien otorgárnosla».146 El hecho de haber cultivado su yo no lo ha alejado del mundo, no lo ha convertido en un solitario, sino que le ha aportado miles de amigos. Quien describe su propia vida vive para todos los hombres; quien habla de su época, vive para todas las épocas.
  • Bianca Beltránmembuat kutipan2 tahun yang lalu
    El escritor que hay en él es sólo una sombra del hombre, mientras que de ordinario nos maravillamos mil veces al ver en otros lo grande que es su arte de escribir y lo pequeño que es su arte de vivir.129
  • Bianca Beltránmembuat kutipan2 tahun yang lalu
    oficio y mi arte es vivir».12
  • Bianca Beltránmembuat kutipan2 tahun yang lalu
    Montaigne ha explicado de modo insuperable cómo lee y qué le gusta leer. Su relación con los libros, como con todo, es de libertad. Quiere leer y aprender, pero sólo tanto y durante tanto tiempo como le plazca y sólo cuando halle placer en ello. No ha renunciado a sus obligaciones para asumir otras nuevas. De joven, dice, leía «para la ostentación», para hacer gala de conocimientos y alardear de ellos; más adelante, para ser un poco más sabio, y ahora simplemente por placer, nunca por el beneficio.98 Si un libro le aburre, toma otro. Si un libro le resulta demasiado difícil, «no me muerdo las uñas por las dificultades que encuentro en un libro. Después de uno o dos intentos, renuncio, pues mi cabeza actúa sólo al primer impulso. Si no comprendo un punto a primera vista, es inútil repetir los esfuerzos, sólo consiguen hacerlo más oscuro».99 En el momento en que se requiere un esfuerzo, este casual reader [lector ocasional] desiste. «No tengo necesidad de sudar por ellos y puedo dejarlos cuando quiera».100 No se ha instalado en la torre para convertirse en un erudito o un escolástico; de los libros espera que lo estimulen y le instruyan gracias a este estímulo. Aborrece todo lo sistemático, todo lo que pretenda imponerle una opinión o saber ajeno. Le repugna todo lo que proviene de manuales. «En general elijo libros que utilizan la ciencia, no los que conducen a ella.101 Es un lector indolente, ocasional, ¡pero qué refinado! Uno está dispuesto a suscribir al cien por cien las opiniones del lector Montaigne. En general tiene dos predilecciones. Por un lado, ama la poesía pura, aunque no tiene talento para ella, y admite que sus incursiones en el verso latino no eran sino imitaciones del último autor leído;102 admira en ellos el arte de la lengua, pero, por otro, le fascina también la simple poesía popular. Sólo lo que se encuentra a mitad de camino, lo que es literatura y no poesía pura, lo deja indiferente.103
  • Bianca Beltránmembuat kutipan2 tahun yang lalu
    «El ingenio, lo tenía lento, y no avanzaba sino en la medida que lo conducían; la aprehensión tardía, la invención floja, y, al cabo, una increíble falta de memoria».57 Pero nadie sufre el martirio de la escuela como el niño dotado, cuyo talento y alcance los maestros, con sus métodos secos, no saben cultivar ni hacer fértiles, y si Montaigne sale indemne de esta prisión de su juventud, es sólo porque como tantos otros—Balzac lo ha descrito magníficamente en su Louis Lambert, y otros muchos antes y después de él—descubre la secreta ayuda y el consuelo: el libro de poesía al lado del libro de texto.
  • Bianca Beltránmembuat kutipan2 tahun yang lalu
    El camino que lo ha alejado de los cargos públicos y lo ha reducido en casa era sólo la primera retirada; el segundo lo aleja de la casa y lo lleva a la ciudadela, a solas consigo mismo, lejos de la familia, de las exigencias de la hacienda y los negocios.

    Esta «ciudadela», que para Goethe es sólo simbólica, Michel de Montaigne la erige y construye realmente, de piedra y bajo llave. Hoy día ya no es posible imaginarse el aspecto que tenía el castillo de Montaigne en aquella época, después de las ampliaciones y modificaciones introducidas por Pierre Eyquem. Posteriormente sufrió diversas transformaciones y un incendio lo destruyó totalmente en 1882, salvo, por fortuna, la «ciudadela» de Michel de Montaigne, la famosa torre.91

    Su familia no parece haber tenido demasiado cuidado, como se desprende de [...]:
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