Pensadora de intersticios, la autora se centra en dos aspectos relevantes para iluminar la realidad actual: en primer término, el planteamiento de un poderoso vínculo entre la elaboración de los mundos políticos y las emociones como experiencias de articulación de “lo nacional” y de lo identitario. En segundo lugar, la clave transclasista de esta sentimentalidad que tiende a producir la fantasía de la desaparición de las igualdades y estructuras de clase.