Recuerdo que empezó entonces un tiempo largo y monótono que parecía haberse detenido en actitudes eternas. Todos, incluso yo, que era una niña, nos repetíamos día tras día. Cada uno tenía sus propios ademanes y palabras. Y, sin embargo, apenas dos años más tarde recordé aquel tiempo, en el que parecía no pasar nada, con verdadera nostalgia.