En esta obra, Jung aboga por una revaluación del simbolismo de la alquimia como íntimamente relacionado con el proceso analítico. Utilizando una serie de sueños de uno de sus pacientes, muestra cómo los símbolos utilizados por los alquimistas acontecen en la psique como parte del depósito de imágenes mitológicas aprovechadas por el individuo en sus estados de sueño. Jung dibuja una analogía entre la Gran Obra de los alquimistas y el proceso de reintegración e individuación de la psique en el paciente psiquiátrico moderno.