Las mujeres y el desarrollo humano

El capítulo 2 fue presentado en la Conferencia en recuerdo de Jean Hampton en la Universidad de Arizona, en Tucson, en noviembre de 1997, y está dedicado a su memoria.

Rabindranath Tagore,
«Letter from a Wife» (1914)

a familia, por tanto, puede significar amor, pero puede significar también desatención, abuso y degradación. Además, la familia reproduce lo que contiene. Del mismo modo como es a menudo una escuela de virtud, también (y, frecuentemente, al mismo tiempo) es una escuela de desigualdad sexual, actitudes de crianza que no solamente generan nuevas familias a imagen de las anteriores, sino que influyen también en el más amplio mundo social y político. (Esta influencia va claramente en ambas direcciones, ya que la familia y las emociones que contiene están marcadas por leyes y por instituciones que tienen que ver con temas como la violación marital, la custodia de los niños, los derechos de los niños y las oportunidades económicas de las mujeres.) No es plausible que la gente vaya a tratar a las mujeres como fines en sí mismas y como iguales en la vida social y política si en la familia han sido criados para ver a las mujeres como objetos para uso de los hombres. Como lo observara hace largo tiempo John Stuart Mill, cuando los hombres han sido educados para pensar que ser hombres los hace superiores a la otra mitad de la raza humana, esto los marca en la totalidad de su comportamiento social, tanto frente a las mujeres como frente a otros conciudadanos. Cuando un muchacho se considera superior a su madre, cuando, más adelante, tiene «un sublime y sultaniano sentimiento de superioridad» frente a su mujer, no podemos esperar que esto deje de afectar su comportamiento fuera de la familia. «Es un parangón exacto del sentimiento del rey hereditario que se juzga superior a los demás por haber nacido rey, o del noble que se cree superior por haber nacido noble».378 Y, probablemente, esto no sea tan bueno para la democracia.

Los miembros hindúes tradicionales del parlamento atacaron a las integrantes femeninas del mismo por violar la tradición hindú, hablando de «la tiranía de las mujeres modernas» y afirmando: «Los días de su persecución han pasado: hoy en día son los hombres los perseguidos».

«[...] el hombre no quiere únicamente la obediencia de la mujer, quiere sus sentimientos. Todos los hombres, salvo los más brutales, desean tener en la mujer más íntimamente relacionada con ellos, no una esclava forzada, sino voluntaria; no simplemente una esclava, sino una favorita. Por eso han hecho todo lo posible por esclavizar su espíritu. Los amos de los demás esclavos cuentan, para mantener la obediencia, con el temor: el que ellos mismos inspiran o el que inspira la religión. Los amos de las mujeres quisieron más que una simple obediencia, y encaminaron toda la fuerza de la educación para conseguir su propósito. Así, todas las mujeres son educadas desde su niñez en la creencia de que el ideal de su carácter es absolutamente opuesto al del hombre: se les enseña a no tener iniciativa y a no conducirse según su voluntad consciente, sino a someterse y a consentir en la voluntad de los demás».235

Así, esas mujeres debían atravesar un proceso de toma de consciencia de dos etapas: llegar a reconocerse a sí mismas en una situación mala y llegar a reconocerse como ciudadanas que tienen derecho a una mejor situación.

Al igual que Harsanyi (o que el Harsanyi aparente), Brandt es, por último, un bienestarista. Él sostiene que el criterio último para la racionalidad tanto personal como social debe buscarse en cada persona, no importando valores externos a los propios de esa persona. Pero como Brandt reconoce que existen errores que a menudo están profundamente implantados en la gente y que no pueden extraerse simplemente poniendo de manifiesto los hechos pertinentes, concluye que sólo podemos llegar a las verdaderas preferencias de la persona a través de un prolongado proceso de «psicoterapia cognitiva». Los deseos que resulten de este proceso se utilizan para definir la racionalidad para las personas.216 Los principios básicos de la sociedad se definen, pues, en términos de qué es lo que habría de apoyar una persona totalmente racional. Así, la visión de la psicoterapia cognitiva forma el núcleo de la visión de Brandt acerca del modo en que se han de elegir los principios políticos básicos. Podemos examinarlo para ver si Brandt ha producido realmente una visión coherentemente bienestarista de la elección social.

Notamos enseguida que la ausencia de autoridad, de intimidación y de jerarquía en el método no es en sí misma tan neutral en su valoración; la misma expresa valores –independencia, libertad, elección propia– que Brandt considera realmente muy importantes. Estos son valores efectivamente importantes para integrar en un procedimiento para el discernimiento cognitivo del deseo. Además, esos valores son sumamente pertinentes para la situación de las mujeres en entornos opresivos, ya que, con frecuencia, lo que las mujeres dirán en presencia de opresión es muy diferente de lo que dirán a aquellos en quienes con­fían o de lo que revelarán en sus acciones ocultas.218 Lo cuestionable en esto es que deberíamos pensar el método resultante como totalmente neutro en cuanto a valoración.

Aquí, dice Brandt, tenemos un síndrome en el que una privación temprana y las ansiedades que se le asocian conduce a un posterior desarrollo exagerado del deseo. Él afirma que deseos anormalmente fuertes como este disminuirían una vez que se traigan a la superficie sus causas de raíz, tanto en el caso del dinero como en el de otros bienes, como el del amor o el afecto, que puede haber faltado en la temprana edad.

crecientemente las urgentes necesidades