Laura Acero

La paramera

  • Fernanda Briseñomembuat kutipan2 tahun yang lalu
    El asunto con el deseo es que, por lo general, proviene de la víscera, no de la contemplación.
  • Fernanda Briseñomembuat kutipan2 tahun yang lalu
    leer y escribir es un derecho que hemos tenido que conquistar
  • Leslie Ilhuimembuat kutipan3 tahun yang lalu
    Terror. El terror es no poder entender qué está pasando aunque todo conduzca a la muerte y eso sí se sepa.
  • Mariana Peregrinamembuat kutipan2 bulan yang lalu
    Nunca más mi hijo. No, nunca más su ternura, pero tampoco la angustia de no saber ser madre, el deseo de huir de casa, las escapadas a la panadería o a cualquier lugar que sea solo mío, para mí y estas ganas de escribir e imaginar cualquier cosa. He encontrado mi lugar. Quizás así esté mejor, ¿por qué no?
  • Mariana Peregrinamembuat kutipan2 bulan yang lalu
    Pienso en la forma en que me han contado la guerra, pienso en las historias de las mujeres. Pienso en la memoria de los desmanes de Pardo Roche que sigue fresca. Félix María Pardo Roche. Quizás las mujeres sigan siendo presas de su señor feudal, de un pequeño colono que vino a reemplazar al dueño del Sumapaz.
  • Mariana Peregrinamembuat kutipan2 bulan yang lalu
    Podría jugar a que puedo entender sus silencios. Podría enamorarme. Podríamos reírnos de esto.

    Pero no me da risa ahora.
  • Mariana Peregrinamembuat kutipan2 bulan yang lalu
    Estoy sola con la familia de Flor, y empiezo a sentir que no solo extraño a mi hijo sino también mi casa, mis libros, y sobre todo el tinto amargo que Félix me prepara en las noches frías. Qué selectiva suele ser la memoria.
  • Mariana Peregrinamembuat kutipan2 bulan yang lalu
    Los olores de ausencias que nunca le contamos a nadie, la leche que no se agotó y se hizo cuajo y se pudrió con su olor dentro de mí.
  • Mariana Peregrinamembuat kutipan2 bulan yang lalu
    Los recuerdos no están en los objetos, están en los olores
  • Mariana Peregrinamembuat kutipan2 bulan yang lalu
    Su ausencia se hizo un frío dentro del útero, entró por la muñeca y subió por el brazo con que lo sostenía cuando lo amamantaba. Probé con calor, con agua hirviente, con manzanilla y velas de sebo, con periódico, pero nunca se fue. He pasado cinco años rodeada de niños en la escuela y este dolor en el vientre, sin él, sin ser su madre, sigue ahí. Lo intenté, y cuando pensé que sería bueno para nosotros que llegara otro, el nuestro, comprobé que tu amor sin palabras no me era suficiente y despedí una tras otra las posibilidades de volver a hacer una familia completa, esa que tú me pedías.
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