–¿Qué verán ellos si permito que todos compartan nuestro vínculo? –pregunté a Xav.
–Somos muy educados… no vamos a mirar –prometió Zed con la mano en el corazón pero un guiño en los ojos menos tranquilizador.
–No te preocupes, mi amor, atropellaré a cualquiera que transgreda nuestra intimidad, ¿de acuerdo? –Xav echó a su hermano del sillón.
–Yo nunca lo haría –juró Yves–, y Zed se va a comportar.