Una velada en la librería Morisaki

«Las personas vamos olvidando muchas cosas. Gracias a olvidar muchas cosas, podemos seguir viviendo. Sin embargo, las cosas que nos marcan el corazón son como las olas que van dejando un rastro sobre la arena y siempre están ahí».

—Pero ahora estar allí se me hace muy duro. Hay demasiados recuerdos entre aquellas paredes. Todos esos recuerdos me hablan sin cesar de la muerte de Momoko. No quiero avanzar en el tiempo. Si avanzo, Momoko se alejará cada vez más de mí.

Pero cuando te veo a ti, Takako, o a tus tíos de la librería Morisaki, siento una gran envidia y pienso de todo corazón que me gustaría pertenecer a vuestro círculo. Me produce una gran atracción. Aquello que te dije de que estaba escribiendo una novela ambientada en una librería es también porque, a mi manera, aunque sea de una forma ínfima, me gustaría entrar a formar parte de vuestro círculo.

Todos aquellos sucesos se entrelazaban para desembocar en el paseo que ahora íbamos dando juntos por esas calles en las que caía el atardecer

Y cuando no estaba viajando, estaba leyendo libros.

—Pero quizá precisamente porque tuvo una vida tan corta, quizá porque siempre vivió con la idea de que estaba a punto de morir,