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Buku
David Simon

Homicidio

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    mínima distancia respetable de la escena del crimen
  • paulamillan0228membuat kutipantahun lalu
    ciudad. Landsman asiente sin mucha convicción, y Pellegrini cruza la calle Gold, caminando con cuidado para evitar las placas de hielo que cubren buena parte de la intersección. A estas alturas ya es madrugada, las dos y media, y la temperatura está muy por debajo de los cero grados. Un viento frío golpea al inspector en el centro de la calzada, a pesar de su abrigo. Al otro lado de la calle Etting se han reunido los vecinos para ver qué pasa, hombres jóvenes y adolescentes dejándose ver y esforzándose
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    El hombre está tirado de espaldas, con las piernas en la alcantarilla, los brazos parcialmente extendidos y la cabeza hacia el norte, cerca de una casa adosada que hace esquina. Los ojos, de un marrón oscuro, están fijos bajo los párpados entrecerrados, con esa expresión de vago reconocimiento tan común en los recién fallecidos violentamente. No es una mirada de horror o consternación, ni siquiera de angustia. La mayoría de las veces la última expresión del rostro de un hombre asesinado se parece a la de una colegiala nerviosa que acaba de comprender la lógica de una ecuación sencilla.
    —Si aquí no hay nada más —dice Pellegrini—, voy a ir al otro lado de la calle
  • paulamillan0228membuat kutipantahun lalu
    A base de llamadas, David me puso en contacto con todos los protagonistas del drama dispuestos a que los entrevistara: los inspectores que realizaron el arresto, la madre del novio, la abuela tres veces desgraciada, el árabe propietario de la tienda al otro lado de la calle, adonde había huido la madre, aparentemente, para llamar al 911. (Su primera llamada, dijo el tendero, fue a su madre; la segunda fue para avisar a los bomberos.) Desde un punto de vista periodístico, la historia había caducado hacía
  • paulamillan0228membuat kutipantahun lalu
    novela Freedomland. Se había producido una tragedia vagamente similar en Baltimore: una madre blanca de dos niñas de raza mixta había prendido fuego a su casa adosada mientras las niñas dormían dentro. Alegó que quería allanar el camino al amor, pues según ella, a su novio no le entusiasmaban las niñas (algo que luego él negó).
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