ALCESTE
No, mi amor por esa joven viuda, no me cierra los ojos sobre los defectos que le encuentran, y, pese a la gran pasión que me inspira, soy el primero en notarlos así como-en condenarlos. Pero con todo esto, y por mucho que haga, confieso mi debilidad, tiene el arte de seducirme: vano es que vea sus defectos y vano que los reprenda; se hace amar a despecho de todo; triunfa su gracia; y sin duda mi pasión podrá purgar su alma de los vicios de la época.