Drama social y política del duelo

Autores como Pau Pérez-Sales y Susana Navarro (2007) trazan una diferenciación entre dos procesos simultáneos del duelo: grief y mourning. El primero se refiere a la respuesta individual o psicológica a la pérdida (Pérez-Sales y Lucena, 2000), o, como indica DuBose (1997), a la respuesta emocional que viene desde adentro. Y el segundo se refiere al dolor compartido y a las prácticas culturales asociadas a éste (Pérez-Sales y Lucena, 2000), lo que en palabras de DuBose (1997) sería el proceso de incorporar la pérdida al mundo de la vida, aquello que está afuera

El concepto vidas negadas ayuda a comprender por qué algunos duelos son insertados en el espacio público mientras otros permanecen en el silencio: “Sin capacidad de suscitar condolencia, no existe vida alguna, o, mejor dicho, hay algo que está vivo pero que es distinto a la vida” (p. 32). Al no ser consideradas vidas en vida, su pérdida no ocupa un lugar en el espacio público, no conduce al duelo social

Los grupos de ayuda, por ejemplo, actúan como un soporte comunitario para lograr la “reintegración social de la muerte” (Allué, 1998, p. 81)

Aunque la tendencia moderna hacia la individualización y simplificación de los rituales en torno a la muerte también esté presente en México, es notable que aún existan formas colectivas de acción y ritualización en torno a la ausencia de los seres queridos.

La idea del duelo como construcción sociocultural y como espacio social de comunidad implica entender que las diferentes sociedades no comparten los mismos sentidos y formas de experimentar la ausencia de un ser querido: “La manera en que las personas perciben y responden al dolor, tanto en ellos mismos como en los demás, puede estar influenciada por sus raíces culturales y sociales

Ha sido la antropología la que se ha interesado de una manera más profunda en desentrañar precisamente este sentido cultural que adquiere la muerte, generando conocimiento acerca de los rituales y significados en torno al cadáver, así como de las formas de organización social que emergen en estas condiciones

Si algo caracteriza estas posturas en torno a la desaparición de personas es su noción de ruptura y crisis tanto en el ámbito individual como en el colectivo. Un concepto que ha dado cuenta históricamente de este proceso es duelo. A pesar de que el fenómeno de la desaparición plantea un reto a las formas comunes como los seres humanos vivimos el desprendimiento del otro, resulta importante revisar el concepto desde diferentes perspectivas para comprender precisamente la complejidad particular de la desaparición de personas

Desde la propuesta de Sigmund Freud —en su ensayo “Duelo y melancolía” (1996)—, el psicoanálisis se ha ocupado del duelo asumiéndolo como un proceso de empobrecimiento del yo, y su superación como el camino de reconstitución de la personalidad individual

mediante el rigor de su etnografía, el proceso de “inversión del mundo” que sufren los dolientes. La autora muestra cómo la tragedia individual —íntima, privada— transforma a su vez la relación con lo público instituido, y cómo a partir de la búsqueda de la persona desaparecida se despliega un itinerario de acción en el que los familiares ya no están solos en su búsqueda de sentido

Asimismo, en un estudio sobre las viudas de la violencia en Colombia, Arboleda e Hinestroza (2006) concluyen que la lucha emprendida por los sobrevivientes se convierte en una lucha por ellos mismos: un combate por recuperar un papel en la sociedad en el que se construyen como sujetos sociales y políticos con formas compartidas de dolor en favor de la justicia y del reconocimiento social.