—Te quiero tanto que me paso el día contigo y aún me parece insuficiente.
Dejé de respirar.
—Te quiero tanto que, si no puedo patinar contigo, no quiero volver a patinar con nadie.
Hostia… puta…
—Te quiero tantísimo, Jasmine, que si me partiera el tobillo durante un programa, me pondría en pie y lo acabaría para conseguirte lo que siempre has deseado.
Era amor. Lo único que sentía era amor. Iba a llorar. Iba a ponerme a llorar como una gilipollas. Allí mismo.
—Significas tanto para mí que ese es el motivo por el que lo que pase ya no me importa en realidad. No como antes. No como jamás volverá a importarme —concluyó, apoyando su frente en la mía con una intensidad desoladora en los ojos—. No vas a ser la pareja de nadie más; no mientras viva, Albóndiga. Por mucho que llores y patalees, arrastraré tu culo precioso y testarudo de vuelta conmigo, porque nadie más será nunca lo bastante bueno para ti.