Colina de los muertos

Creo que lo importante no es elegir lo que puedes soltar —murmuré sin saber lo que estaba diciendo, pero sabiendo que no podía dejar a mi hermanita así, sujetando con tanta fuerza el elefante de peluche—, sino reconocer aquello de lo que no te puedes soltar

pecho.

Y los que empiezan a llorar solos son sus ojos.

Afuera hay un redondo sol y gordas nubes blancas y un enorme cielo azul.

Siempre eso y siempre una calle larga por donde camina

Paco y yo caminábamos por las calles muertas, entre las casas muertas, bajo el cielo muerto, a él se le había acabado su media vida.

Fue por miedo. Por puro miedo que me alejé de él, porque si Paco se había quedado convertido en algo parecido a una momia, él no tendría que lanzarse tras de mí para estar siempre a mi lado

lo mejor extraña a su familia —me murmuró mi primo a la oreja como si me hubiera leído el pensamiento—. Quizá únicamente quiera ver a su familia desde lejos, ¿sabes?… —Y luego me dijo lo del señor enojón porque él también lo había conocido

nuestra ropa estaba viva y que nuestras pisadas estaban vivas y que nuestra mirada estaba viva y que mi corazón, que cada vez latía más fuerte, estaba vivo como un tambor vivo, que estaba llamando y llamando a los muertos

Todos habríamos quedado enterrados bajo la arena de su desolación si él no nos hubiera cuidado.

De golpe sentí que quería a mi primo Paco mucho más de lo que imaginaba y estaba a punto de abrazarlo, cuando vimos a las primeras personas muertas de la colonia

Ahí entendí lo que nos habían enseñado en la clase de Ciencias Naturales. El desierto es tan cambiante como el mar porque la arena va y viene formando dunas que son casi olas. Mi primo había pasado años apretando la cara

Ahí entendí lo que nos habían enseñado en la clase de Ciencias Naturales. El desierto es tan cambiante como el mar porque la arena va y viene formando dunas que son casi olas. Mi primo había pasado años apretando la cara

Lo que acababa de descubrir Gerardo es que el mundo está relacionado como por hilos invisibles y lo que les sucede a unos seres les sucede a otros, y uno de esos hilos secretos, acaso el peor de todos, venía desde las plantas marchitas y las moscas rígidas en la ventana y el pájaro frío que ya nunca volaría.

A la gente no le gustaba la obra aunque fuera una obra hecha para aprender que la muerte es el final y que de nada sirven entonces los besos pues nadie resucita nunca jamás.