Isla de bobos

Pájaros bobos éramos todos, sentados sin pensar a mitad de la noche. A veces, de la misma manera en que los bobos resultaban engañados por algún pájaro más listo que les arrebataba el pescado, los soldados se picaban, se molestaban, se arrebataban alguna cosa de poco valor, reñían por asuntos sin importancia y después seguían ahí, atados a su destino como las piedras, igual que yo.

¿Y qué es el honor?, me preguntaba. Pues servir a la patria. Pero ¿dónde estaba, qué cosa era aquello de la patria, aquella madre generosa que a todos cobija y da alma, lengua y paisaje?

¿Quién encarnaba entonces esa patria que a todos nos hacía más hombres al encontrarnos al servicio de ella, quién era esa patria por la que cavábamos y marchábamos y limpiábamos letrinas y nos convertíamos en barro

No se vistieron de negro, porque no había dinero para tantas ropas, y se pusieron lo más oscuras que pudieron. De todos modos, esas oscuridades no van con la muerte de un niño, decía aquel cura cachetón, es sólo un angelito que vuela al cielo, tan blanco e inocente como cuando llegó a visitar el mundo y sus sufrimientos. Un querubín que bajó del cielo, se asustó de lo que le tocó ver y mejor se regresó.