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Sebastian Fitzek

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  • Danmgmembuat kutipantahun lalu
    Las autoridades creen que aquí el Peluquero se lleva sus trofeos», rezaba el texto.

    «¿El pelo cortado? ¡En un paquete!».
  • Danmgmembuat kutipantahun lalu
    Los cabellos». Símbolos de la sexualidad y la fertilidad desde el principio de los tiempos. Por eso las mujeres de diversas culturas ocultaban su cabeza, para no atraer al diablo que habita en los hombres. El diablo, que de lo contrario… «se abalanzaría sobre mí, me violaría y después me arrancaría el cuero cabelludo…».

    «Arrancacabelleras»: una denominación truculenta pero más idónea para aquel psicópata que «Peluquero», pues este no peinaba a sus víctimas, sino que les arrancaba la vida de la cabeza
  • Danmgmembuat kutipantahun lalu
    ¿Cómo podía tomarle a mal su escepticismo a Philip, dada una historia tan inverosímil? Una violación en una habitación de hotel que oficialmente no existía y que unos momentos antes del supuesto hecho había sido registrada por ella a fondo…

    Además, Emma afirmaba haber sido violada por un asesino en serie sin rostro, que de hecho era conocido por raparle la cabeza a sus víctimas. Todas ellas pertenecían al ámbito de la prostitución y ninguna había sobrevivido, pues esa era otra «marca de la casa» del Peluquero: asesinaba a las señoritas de compañía a las que asaltaba en sus habitaciones de hotel.

    «Solo me dejó con vida a mí. ¿Por qué?».
  • Danmgmembuat kutipantahun lalu
    Lo que conformaba los cimientos de su relación era la empatía.
  • Danmgmembuat kutipantahun lalu
    —A que alguien que voluntariamente deja que lo ingresen en una institución cerrada simulando hechos falsos es una persona que (permítame formularlo con un eufemismo) debe poseer una estructura psíquica bastante peculiar. ¿Quién le dice que esa dama no sufrió esos síntomas por los que al final recibió tratamiento y que quizá solo se manifestaron durante su estancia en la clínica
  • Danmgmembuat kutipantahun lalu
    Al igual que la propia Emma, la mayoría de los presentes también eran psiquiatras, así que no resultaba necesario explicarles que su crítica no se refería al método de la terapia electroconvulsiva; por más medieval que pudiera parecer la idea de aplicar corriente eléctrica a un cerebro humano, los resultados en la batalla contra las psicosis y las depresiones eran sumamente prometedores. Efectuado bajo anestesia total, el tratamiento casi no tenía efectos secundarios
  • Danmgmembuat kutipantahun lalu
    Tardó un momento en darse cuenta de que Arthur llevaba un casco de motorista en cuyo visor veía su viva imagen deformada y convertida en una mueca.

    —Vuelvo enseguida —dijo él, y se dirigió a la puerta
  • Danmgmembuat kutipantahun lalu
    —¿Todavía estás ahí?

    —Por supuesto. ¿Creíste que te dejaría sola?

    «Me hubiera gustado».

    —¿Y si mi papá hubiera venido a ver qué pasaba?

    —Sabía que él no vendría —repuso Arthur, riendo en voz baja.

    —¿Por qué?

    —¿Es que alguna vez se ha ocupado de ti
  • Francisco Hernández Páezmembuat kutipan2 tahun yang lalu
    En las últimas semanas había aprendido una lección amarga: lo mucho que debían de sufrir los depresivos cuya enfermedad a menudo era confundida por una profunda tristeza. En realidad, uno estaba sumido en un agujero espiritual tan profundo que incluso era incapaz de taparse la cabeza con la proverbial manta, uno de los motivos del elevado número de suicidios la primera vez que los depresivos tomaban medicamentos que aliviaban los síntomas de su enfermedad, pues estos no les devolvían el valor de seguir viviendo pero sí la fuerza de ponerle fin a sus vidas.
  • Francisco Hernández Páezmembuat kutipan2 tahun yang lalu
    En las últimas semanas había aprendido una lección amarga: lo mucho que debían de sufrir los depresivos cuya enfermedad a menudo era confundida por una profunda tristeza. En realidad, uno estaba sumido en un agujero espiritual tan profundo que incluso era incapaz de taparse la cabeza con la proverbial manta, uno de los motivos del elevado número de suicidios la primera vez que los depresivos tomaban medicamentos que aliviaban los síntomas de su enfermedad, pues estos no les devolvían el valor de seguir viviendo pero sí la fuerza de ponerle fin a sus vidas.
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