Crecí a su lado en medio de aquel infierno, en ese sitio que se hacía llamar “casa hogar”, donde niños sin familia terminaban. Él ahí fue mi hermano, mi cómplice, mi mejor amigo; pese a todas las carencias y dolor yo no podía pedir más… Pero la adolescencia llegó, y de pronto ya no éramos los de antes. Sin desearlo, las cosas comenzaron a cambiar de una manera sutil y arrasadora. Yerik me atraía tanto que me daba terror aceptarlo por lo que podría provocar. Desde que recuerdo, ha sido lo más importante, lo que más quiero, mi eje. No podía arriesgarme a perderlo, mucho menos en un mundo en donde no se tiene seguridad alguna. Ese chico difícil, cerrado, silencioso, temerario, peligroso si se lo propone e inflexible era de armas tomar, y eso en nuestro entorno no tenía buena forma. Sin embargo, justo su personalidad era lo que lograba atraparme. Porque cuando se acercaba todo giraba diferente, cuando me miraba no lograba pensar y cuando hablaba también me hacía soñar. Ninguno imaginó que nuestro destino ya estaba escrito, ni que enamorarnos no sería lo más difícil de afrontar. Yo soy Zinnia, y esta es nuestra realidad.