quién no ha recreado en la imaginación situaciones dramáticas o violentas, incluso sádicas, que acaba de leer?, ¿quién no ha prolongado esas escenas añadiéndole otras que no estaban en el original?, ¿quién no ha rellenado los silencios, las omisiones que de todas formas existen incluso en los libros más crueles? ¿Quién, en fin, al transformar en imágenes las palabras que está leyendo, no ha sido creador al mismo tiempo que consumidor de crueldad sublimada en arte?