Aprendizaje o el libro de los placeres

Se movió de golpe en la cama porque fue insoportable imaginar por un instante que tal vez nunca más se repitiese su profunda existencia en la Tierra. Pero, para su alegría inesperada, advirtió que lo amaría siempre.

Aunque nunca más fuera a sentir la grave y suave fuerza de existir y amar, como ahora, de ahí en adelante ya sabía por qué cosa esperar, esperar la vida entera como si fuera necesario, y si fuera necesario jamás tener de nuevo lo que esperaba.

Y digo: yo está enamorada de tu yo. Entonces nosotros es.

hago poesía no porque sea poeta sino para ejercitar mi alma, es el ejercicio más profundo del hombre.

Cómo explicar que, desde la lejanía de la que venía dentro de sí, ya era una victoria estar semiviviendo

Ella no respondió, pero, vulnerada, se volvió imperceptiblemente más rígida.

Angustia era también el miedo de sentir finalmente el dolor.

Tú me creaste a través de un padre y de una madre y después me dejaste en el desierto. En extraña venganza, pues era contra ella misma, contra una criatura del Dios, era entonces en el desierto donde se quedaría, y sin pedir agua para beber.

Entonces ella, que nunca más había hablado con el Dios cósmico, Le dijo con súbita cólera: nada Os doy porque nada me disteis.

No sabía más nada. Y a pesar de sentirse ahora muda en relación con Dios, percibía en sí la voluntad intensa, casi punzante, de lamentarse, de acusar, sobre todo de reivindicar.