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Buku
Louisa May Alcott,Moon Classics

Mujercitas

  • Yrina Rzmembuat kutipan6 tahun yang lalu
    Es nuestro doloroso deber informar de la repentina y misteriosa desaparición de nuestra querida amiga la señorita Snowball PatPaw
  • Sihan Floresmembuat kutipantahun lalu
    No te desanimes, querida, recuerda que tras las nubes siempre llega la luz».
  • Julio Andrés Madrigal Sanabriamembuat kutipan3 tahun yang lalu
    El amor es lo único que nos llevamos cuando morimos y hace que el final sea mucho más dulce.
  • Atziry Belman Lmembuat kutipan4 tahun yang lalu
    En toda vida, hay días de lluvia,

    días oscuros y días tristes y grises.
  • c a t hmembuat kutipan5 tahun yang lalu
    Se diría que ese es el peaje que pagan los clásicos: en el momento en que pasan a formar parte de nuestra memoria social, hablamos más de ellos de lo que los leemos.
  • abisag Arizamembuat kutipan5 tahun yang lalu
    Y en una época tan dura como aquella, rara era la carta que no emocionaba, sobre todo cuando la enviaba un padre a los suyos. La misiva apenas hablaba de las penalidades, los peligros afrontados o la añoranza que había que vencer. Era una carta alegre, llena de esperanza, con unas descripciones de la vida en el campamento, las marchas y las noticias militares, y solo al final el corazón de su autor se henchía de amor paterno y del deseo de volver a estar con sus hijas en el hogar
  • Raquelmembuat kutipan6 tahun yang lalu
    diciéndose que todas las mujeres debían ser amables con él puesto que la que él quería había sido tan cruel.
  • Raquelmembuat kutipan6 tahun yang lalu
    Nunca se es demasiado mayor para algo así, querida,
  • Wenmembuat kutipan4 bulan yang lalu
    —¿No te parece que remamos muy bien juntos? —preguntó Amy, incómoda con el silencio que de nuevo se había creado.
    —Lo hacemos tan bien que desearía que fuésemos siempre en el mismo bote. ¿Te gustaría, Amy? —preguntó, a su vez, con suma ternura.
    —¡Sí, Laurie! —contestó ella en voz baja.
  • Mariana Aguilarmembuat kutipantahun lalu
    no creo que hubiera en la ciudad unas muchachas más dichosas que las cuatro hambrientas jovencitas que habían regalado su desayuno y se conformaron con el pan con leche que comieron al volver a casa, aquella mañana de Navidad.
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