Desde los besos torpes e inexpertos de la adolescencia hasta sus experiencias adultas, Natalia había bordeado peligrosamente una encrucijada con dos direcciones: la relación equívoca o el camino que la llevaba de un hombre a otro. Todo cambia cuándo se tropieza con la práctica atroz de un sádico, que abrirá a sus ojos una humedad de llanto.