La parábola de los talentos

un mineral transparente o traslúcido muy duro que, cuando se moldea y pule adecuadamente, posee un gran potencial para la belleza. La esmeralda es un tipo de berilo.

Solo los recuerdos ya deberían suponer una carga excesiva.

De hecho, nunca había visto un matrimonio del que me hubiera gustado formar parte. Debe de haber buenos matrimonios en algún sitio, pero a mí el matrimonio me hacía pensar en gente que se toleraba y se aguantaba por miedo a la soledad o porque cada una de las partes suponía para el otro una costumbre que no se podía abandonar del todo.

La gente inteligente y ambiciosa que, al mismo tiempo, está enganchada a obsesiones raras puede ser peligrosa.

necesitaba tomar el mando, imponer su propia versión del orden sobre el caos que había visto engullir a tantos seres queridos. Para ella el caos era natural e inevitable y, como la arcilla, podía moldearse y dirigirse.

—Crees que lo que se espera de ti es que estés preocupada, así que finges estarlo. A lo mejor hasta quieres, pero en realidad te da igual.

Parece haber motivos biológicos de peso para ser como somos. Si no los hubiera, los ciclos no estarían repitiéndose. La especie humana es un tipo de animal, por supuesto. Pero nosotros podemos hacer algo que ninguna otra especie animal ha tenido nunca la opción de hacer. Podemos elegir: podemos seguir construyendo y destruyendo hasta que nos destruyamos a nosotros mismos o destruyamos la capacidad de nuestro planeta de darnos sustento, o podemos hacer algo más. Podemos crecer. Podemos dejar el nido.

No era más que una hormiga que él pisó por casualidad.

Aquí la bondad humana es un pecado.

Sin persistencia, lo que queda es el entusiasmo del momento. Sin flexibilidad, lo que queda puede canalizarse hacia un fanatismo destructor. Sin una obsesión positiva, no hay nada de nada.