Gueorgui Gospodínov

Las tempestálidas

  • Rafael Ramosmembuat kutipan2 tahun yang lalu
    No hay nada casual a día de hoy en esta avalancha de personas que han perdido la memoria… Están aquí para decirnos algo. Y, créeme, algún día, más pronto que tarde, muchos empezarán por sí solos a descender al pasado, a «perder» la memoria por propia voluntad. Se avecinan tiempos en los que cada vez más personas desearán cobijarse en la cueva del pasado, volver atrás. Y no por buenas razones, precisamente. Debemos tener preparados los refugios antiaéreos del pasado. Llámalos «cronorrefugios», si lo prefieres, o «refugios históricos»
  • Rafael Ramosmembuat kutipan9 menit yang lalu
    Supongo que en 1968 todavía no existía «el 68». Nadie en aquel momento preciso se dijo: ¡Amigo, abre bien los ojos, lo que estamos viviendo es ese 1968, el que pasará a la historia! No, todo sucede años después de haber sucedido… Hacen falta tiempo y un relato para que acontezca lo que creíamos ya pasado. Es un relato en diferido, como cuando se revelaba una fotografía y la imagen emergía lentamente en medio de la oscuridad… Es probable que en 1939 tampoco existiera «el 39»; como mucho, habría mañanas en las que uno despertaba con dolor de cabeza y una rara inquietud.
  • Rafael Ramosmembuat kutipan11 menit yang lalu
    Con la felicidad no se forjan espadas. Es un material delicado y quebradizo. Tampoco sirve para escribir grandes novelas ni canciones ni epopeyas. No hay en ella traiciones ni Troyas asediadas ni tres cadenas de esclavos ni un anciano Beowulf herido de muerte ni un Roldán ensangrentado en un ribazo, su espada mellada y su olifante maltrecho.
    Quién podría movilizar un ejército bajo los estandartes de la felicidad…
    Sin embargo, ninguna nación quería renunciar a su infelicidad, un vino bien envejecido en las bodegas del pasado que siempre está a mano cuando se lo necesita. La reserva intangible de infelicidad.
  • Rafael Ramosmembuat kutipan12 menit yang lalu
    El gran espejismo, el gran autoengaño, reside en el hecho de que pueblos y patrias persigan la felicidad. Pero la felicidad, amén de imposible, es insufrible. Qué hacer con ese material volátil, ese fantasma ingrávido, esa pompa de jabón que te estalla en las narices y queda convertida en poco más que un resto de espuma irritándote los ojos.
    ¿Hablamos de felicidad? La felicidad es tan perecedera como un cuenco de leche al sol, como una mosca en invierno, como una hebra de azafrán a comienzos de la primavera. Tiene el tórax tan frágil como el de una libélula. No es una yegua que puedas montar ni llevar al galope hacia el horizonte. No es una piedra angular sobre la que construir tu Iglesia o tu Estado. La felicidad no entra en los libros de historia ni en las crónicas ni en los anales (entran las batallas, los pogromos, las traiciones y el asesinato sangriento de algún archiduque). La felicidad es solo para los abecedarios y para las guías de conversación en una lengua extranjera (y solo en aquellas para principiantes). Tal vez porque resulta menos engorroso a nivel gramatical, la felicidad se conjuga siempre en presente. Solo allí todos son felices, brilla el sol, las flores exhalan su perfume, vamos todos a la playa, regresamos de una excursión
  • Rafael Ramosmembuat kutipan13 menit yang lalu
    Cómo huir de la infelicidad cuando hay tantos pueblos que no poseen otro capital que ese. El oro negro de la tristeza es su único recurso infalible. Sumemos a eso que, cuanto más profundo se cava, con tanta más fuerza brota el líquido elemento de la tristeza. Es así porque los ­yacimientos de infelicidad nacional son inagotables.
    El gran espejismo, el gran autoengaño, reside en el hecho de que pueblos y patrias persigan la felicidad. Pero la felicidad, amén de imposible, es insufrible. Qué hacer con ese material volátil, ese fantasma ingrávido, esa pompa de jabón que te estalla en las narices y queda convertida en poco más que un resto de espuma irritándote los ojos.
  • Rafael Ramosmembuat kutipan14 menit yang lalu
    Cerca del monasterio había una pequeña granja con una decena de vacas, no muy distintas de las del siglo xvii. Los animales devoran la percepción del tiempo. Lo anoto todo a conciencia en mi cuaderno.
  • Rafael Ramosmembuat kutipan16 menit yang lalu
    Tarde o temprano, toda utopía se convierte en una novela histórica.
  • Rafael Ramosmembuat kutipan29 menit yang lalu
    Y cuando se dieron la vuelta, vieron su futuro…
  • Rafael Ramosmembuat kutipan29 menit yang lalu
    Los viejos chistes vuelven a ser graciosos.
    Y aterradores.
  • Rafael Ramosmembuat kutipan2 bulan yang lalu
    Si las personas con las que has compartido un pasado se van, se llevan consigo la mitad de ese pasado. En realidad, se lo llevan todo, porque no existe algo llamado «medio pasado». Es como si hubieras rasgado un folio por la mitad en sentido vertical y leyeras cada línea solo hasta la mitad; la otra mitad es para el otro, para el ausente. Nadie entendería nada. Quien sujeta el otro extremo no está. Aquel que estuvo en las mañanas, los mediodías, las tardes y las noches, los meses y los años de este pasado… No hay nadie que lo confirme, nadie con quien tocarlo juntos. Creo sinceramente que, cuando mi mujer se fue, perdí la mitad de mi pasado. Todo mi pasado, en realidad.

    El pasado se toca solo a cuatro manos. Como mínimo, a cuatro manos.
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