Reinventa las reglas

Cuando no tenemos miedo a que una cosa «buena» que estamos haciendo pueda ser en realidad «mala» —y que eso nos convierta en «malas personas»— somos mucho más capaces de percibir de forma abierta y honesta nuestros patrones

Todo el mundo vive en el centro de múltiples intersecciones, y eso impacta en cómo cada cual ve y vive sus relaciones.

Muchas personas se preocupan más de tener y mantener una apariencia normal que de que su cuerpo esté a gusto.

Se nos bombardea a diario con normas sobre las relaciones: quién ser para conseguir y conservar a alguien, qué desear y esperar de alguien y cómo saber cuándo ya no funciona.

Nunca han existido más consejos sobre a quién y cómo amar.

A muchos hombres heterosexuales, por otro lado, se les enseña que tengan cuidado con la intimidad con otros hombres, y a que traten a las mujeres, sobre todo, como objetos sexuales.

Simone de Beauvoir señalaba que hay un peligro real de que las mujeres lleguen a necesitar una constante mirada de deseo y aprobación de su pareja, porque eso es lo que han aprendido a necesitar. Si esa mirada cambia con el tiempo, como casi inevitablemente lo hará en una relación a largo plazo, existe el peligro de que las mujeres sientan enfado y resentimiento hacia sí mismas, hacia sus parejas o ambas cosas.

os índices de ansiedad y depresión también son más altos en mujeres que en hombres, y a menudo están relacionados con el hecho de que sus identidades estén vinculadas a sus relaciones.

La angustia de las mujeres relacionada con el cuerpo es tan común que ha sido denominada «descontento normativo

Decía que las mujeres, mucho más que los hombres, eran definidas por su relación con otras personas. Se les enseñaba desde una edad muy temprana que su máxima aspiración en la vida era ser percibidas como deseables por otras personas y encontrar un marido.