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Paul Auster

El Palacio De La Luna

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  • martemembuat kutipan12 menit yang lalu
    Procuró olvidar las reglas que había aprendido, confiando en el paisaje como en un socio, abandonando voluntariamente sus intenciones y rindiéndose a los asaltos del azar, de la espontaneidad, a la embestida de los detalles brutales. Ya no le daba miedo la soledad que le rodeaba. El acto de tratar de plasmarla en los lienzos le había servido para interiorizarla de alguna manera y ahora podía percibir su indiferencia como algo que le pertenecía a él, tanto como él pertenecía al silencioso poderío de aquellos gigantescos espacios. Según me dijo, los cuadros que pintó eran toscos, llenos de colores violentos y de extrañas e involuntarias oleadas de energía, un remolino de formas y de luz. No tenía ni idea de si eran bellos o feos, pero probablemente eso daba igual. Eran suyos y no se parecían a ningún otro cuadro que hubiera visto en su vida. Cincuenta años después, aseguró, todavía podía recordarlos uno a uno.
  • martemembuat kutipan13 menit yang lalu
    Trabajaba sometido a las exigencias de dos restricciones que acabaron ayudándole cada una a su manera. Primero, el hecho de que nadie vería nunca aquellos cuadros. Eso era inevitable, pero, en lugar de atormentarle con una sensación de inutilidad, parecía liberarle. Ahora trabajaba para sí mismo, sin la amenaza de la opinión de otras personas, y eso de por sí era suficiente para producir un cambio fundamental en el enfoque que daba a su arte. Por primera vez en su vida dejó de preocuparse por los resultados y en consecuencia los términos «éxito» y «fracaso» perdieron todo sentido para él. Descubrió que el verdadero sentido del arte no era crear objetos bellos. Era un método de conocimiento, una forma de penetrar en el mundo y encontrar el sitio que nos corresponde en él, y cualquier cualidad estética que pudiera tener un cuadro determinado no era más que un subproducto casual del esfuerzo de librar esta batalla, de entrar en el corazón de las cosas.
  • martemembuat kutipan15 menit yang lalu
    Era un modo de ponerse a prueba frente a sus propias debilidades y a medida que la realidad y el ideal se iban aproximando gradualmente, no podía evitar considerarlo un triunfo personal. Sabía que no era más que un juego, pero se necesitaba una fanática devoción para jugarlo y ese mismo exceso de concentración era lo que le permitía no caer en el abatimiento
  • martemembuat kutipan36 menit yang lalu
    Effing me dijo que se volvió loco, pero yo no estaba seguro de si debía tomar sus palabras en sentido literal. Según me contó, después de la muerte de Byrne se pasó tres días aullando casi constantemente y manchándose la cara con la sangre que manaba de sus manos, laceradas por las rocas; pero, dadas las circunstancias, este comportamiento no me parecía especialmente insólito. Yo también había dado muchos alaridos durante la tormenta en Central Park, y mi situación era mucho menos desesperada que la suya. Cuando un hombre siente que ha llegado al límite de su resistencia, es absolutamente natural que necesite gritar. El aire se acumula en sus pulmones y no puede respirar a menos que lo eche fuera, a menos que lo expulse aullando con todas sus fuerzas. De lo contrario, se ahogaría con su propio aliento, el cielo mismo le asfixiaría.
  • martemembuat kutipan1 jam yang lalu
    istes es en tu cabeza.

    »Cruzamos por el centro del estado y luego nos desviamos hacia la región de los cañones en el sudeste, lo que llaman las Cuatro Esquinas, donde se juntan Utah, Arizona, Colorado y Nuevo México. Ésa era la región más extraña de todas, un mundo onírico, por todas partes tierra roja y rocas retorcidas, tremendas estructuras que se alzan del suelo como las ruinas de una ciudad perdida construida por gigantes. Obeliscos, minaretes, palacios: todo era a la vez reconocible y extraño, no podías evitar ver formas conocidas cuando las mirabas, aunque sabías que era pura casualidad, los esputos petrificados de glaciares y erosiones, el resultado de un millón de años de vientos e intemperie. Pulgares, cuencas de ojos, penes, hongos, cuerpos humanos, sombreros. Era como ver imágenes en las nubes. Todo el mundo sabe qué aspecto tienen estos sitios, usted mismo los habrá visto cien veces. El Cañón Glen, el Valle de los Monumentos, el Valle de los Dioses. Allí es donde ruedan todas esas películas de vaqueros e indios, el maldito tipo de Marlboro cabalga por allí en la televisión todas las noches. Pero las películas no revelan nada del lugar, Fogg. Todo es demasiado inmenso para ser dibujado o pintado; ni siquiera la fotografía capta la sensación que produce. Todo está distorsionado, es como tratar de reproducir las distancias en el espacio exterior: cuanto más ves, menos puede hacer tu lápiz. Verlo es hacer que se desvanezca.
  • martemembuat kutipan1 jam yang lalu
    »Ése era el problema. Allí la tierra es demasiado grande, y después de algún tiempo empieza a tragarte. Llegó un momento en que yo ya no podía soportarlo. Todo aquel maldito silencio, aquel vacío. Intentas orientarte, pero es demasiado grande, las dimensiones son demasiado monstruosas y finalmente, no sé cómo explicarlo, finalmente deja de estar allí. No hay mundo, no hay tierra, no hay nada. En el fondo es eso, Fogg, al final todo es mentira. El único sitio en donde existes es en tu cabeza
  • martemembuat kutipan1 jam yang lalu
    Una vez, con la esperanza de mejorar un poco las relaciones, le propuse a Scoresby que jugásemos a las cartas. La idea le pareció bien, pero, como la mayoría de los hombres estúpidos, se creía muy inteligente. Se imaginó que iba a ganarme y sacarme mucho dinero. No sólo ganarme en las cartas, sino ganarme en todo, enseñarme quién era el jefe en realidad. Jugamos a las veintiuna y todas las cartas me venían a mí. Perdió seis o siete manos seguidas. Esto hizo que su seguridad se tambaleara y entonces empezó a jugar mal, a apostar de forma absurda, a echarse faroles, a equivocarse en todo. Debí de ganarle cincuenta o sesenta dólares aquella noche, una fortuna para un tonto como aquél. Cuando vi lo disgustado que se quedaba, traté de reparar el daño y le perdoné la deuda. ¿Qué me importaba a mí el dinero? No se preocupe, le dije, he tenido suerte, simplemente; estoy dispuesto a olvidarlo, nada de rencores, algo así. Probablemente es lo peor que podía haberle dicho. Scoresby pensó que le trataba con aires de superioridad, que intentaba humillarle, y se sintió herido en su orgullo, doblemente herido. Desde entonces, hubo mala sangre entre nosotros y yo fui incapaz de arreglarlo. Yo también era un terco hijo de puta, cosa de la que probablemente ya se ha percatado. Renuncié a tratar de apaciguarle. Si quería comportarse como un asno, por mí podía rebuznar hasta el día del juicio final. Estábamos en aquel enorme territorio, sin nada a nuestro alrededor, nada más que espacio vacío en muchos kilómetros a la redonda, pero era como si estuviéramos encerrados en una prisión, como compartir una celda con un hombre que no para de mirarte, que está allí sentado esperando a que te des la vuelta para clavarte un cuchillo en la espalda.
  • martemembuat kutipan1 jam yang lalu
    Un hombre no puede saber dónde está en la tierra salvo en relación con la luna o con una estrella. Lo primero es la astronomía; luego vienen los mapas terrestres, que dependen de ella. Justo lo contrario de lo que uno esperaría. Si lo piensas mucho tiempo, acabas con el cerebro del revés. Existe un aquí sólo en relación con un allí, no al contrario. Hay esto sólo porque hay aquello; si no miramos arriba nunca sabremos qué hay abajo. Piénselo, muchacho. Nos encontramos a nosotros mismos únicamente mirando lo que no somos. No puedes poner los pies en la tierra hasta que no has tocado el cielo.
  • martemembuat kutipan2 jam yang lalu
    Le estoy contando los hechos, puede usted interpretarlos como quiera. Aquella noche tuvo consecuencias, sería un descuido por mi parte no mencionarlas, pero pasó mucho tiempo antes de que yo supiera cuáles habían sido. Pasaron treinta años; de hecho, toda una vida. Consecuencias. Así son las cosas, muchacho. Siempre hay consecuencias, se quiera o no
  • martemembuat kutipan2 jam yang lalu
    por como fueron las cosas entre nosotros. No tardé mucho en averiguar la verdad. Lloró como una colegiala en nuestra noche de bodas y después las puertas se cerraron. Oh, tomé el castillo al asalto de vez en cuando, pero más por rabia que por otra cosa. Sólo para que ella supiera que no podía salirse siempre con la suya. Todavía ahora me pregunto qué me impulsó a casarme con ella. Quizá su cara era demasiado bonita, quizá su cuerpo era demasiado redondo y macizo, no sé. En aquellos tiempos todas eran vírgenes cuando se casaban, pensé que le cogería gusto con el tiempo. Pero la cosa no mejoró, todo eran lágrimas y lucha, gritos, asco. Me consideraba una bestia, un agente del diablo. ¡Mal rayo parta a esa bruja frígida! Debería haber vivido en un convento. Le mostré la oscuridad y la suciedad que mueven el mundo y no me lo perdonó nunca. Homo erectus, para ella no era más que horror: el misterio de la carne masculina. Cuando vio en qué consiste, se vino abajo. Pero dejemos este tema. Es una vieja historia, estoy seguro de que la ha oído antes. Encontraba mis placeres en otra parte. No me faltaban oportunidades, puedo asegurárselo, mi polla nunca sufrió por abandono. Yo era un caballero joven y apuesto, no tenía problemas de dinero, mi sexo estaba siempre ardiendo. ¡Ja! Ojalá tuviéramos tiempo para hablar un poco de eso. Los palpitantes coños que he habitado, las aventuras de mi tercera pierna. Las otras dos están difuntas, pero su hermanita ha conservado una vida propia. Incluso ahora, Fogg, aunque no lo crea. El hombrecito nunca se ha dado por vencido
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