En América Latina, el teólogo que aplica más rigurosamente la categoría de locus theologicus a los pobres es Ignacio Ellacuría. Para Ellacuría, un locus theologicus es un lugar multidimensional donde ocurre la revelación divina, la verdadera fe es posible y las condiciones están preparadas para la teología cristiana. Al igual que Cano, Ellacuría no considera todos los tiempos y lugares como loci teológicos igualmente significativos. A diferencia de Cano, Ellacuría nombra a los pobres como el mejor locus theologicus debido a la conformidad de su vida con la de Jesús. Por lo tanto, son un lugar privilegiado de revelación, los mejores compañeros en el camino de Cristo y el lugar ideal para hacer teología. Ellacuría se refiere a los pobres como un lugar de teología, no como una fuente, pero, de nuevo, admite que, en cierto sentido, el lugar de la teología se convierte en una fuente porque solo desde los pobres se puede ver verdaderamente la revelación de Dios.