Borges, un escritor en las orillas

Se sabe: la historia, para Borges como para Joyce, es el desconcierto de la diferencia irreductible

Los “Yahoos” encontraron respuestas a preguntas fundamentales sobre el orden social sin estar obligados a enfrentar conflictos internos, como es el caso de muchas de las naciones cristianas

En 1970, Borges, siguiendo y trastornando las huellas de Swift, recupera estas preguntas y se las sugiere a los lectores de “El informe de Brodie”. Debo reconocer que no parecen preguntas muy borgeanas. Y, por cierto, no es filosofía política lo que se aprende leyendo a Borges, pero en algunos de sus textos está la forma literaria de un problema, cuando una situación narrativa se construye alrededor de hipótesis que describen un orden radicalmente diferente.

La sociedad se construye con violencia, aunque los hombres se empeñen en establecer institucionalmente el grado de la violencia y las razones que la legitiman.

Otto zur Linde se pregunta cómo se pueden juzgar las acciones humanas cuando se realizaron para establecer un orden y una dirección que la sociedad había perdido.

Creo que con el tiempo mereceremos que no haya gobiernos

me he afiliado al Partido Conservador, lo cual es una forma de escepticismo, y nadie me ha tildado de comunista, de nacionalista, de antisemita, de partidario de Hormiga Negra o de Rosas.

no quiere decir que me encierre, según la imagen salomónica, en una torre de marfil.

No aspiro a ser Esopo. Mis cuentos, como los de las Mil y Una Noches, quieren distraer y conmover y no persuadir.

Borges ha recordado muchas veces que la rama criolla de su familia tiene raíces en el siglo XIX rural y que sus antepasados poseyeron el saber de un mundo primitivo regulado por la costumbre y por la ley no escrita de la violencia montonera y el duelo: una distopía heroica, donde el uso del poder y de la fuerza aún no era monopolio de ningún estado.