—Yo te echaba de menos cada hora. Y, ¿sabes qué fue lo peor? Me pilló completamente por sorpresa. A veces me descubría buscándote, sin ninguna razón, solo por hábito, porque había visto algo que quería contarte, o porque quería oír tu voz. Y entonces me daba cuenta de que ya no estabas ahí, y cada vez, absolutamente cada vez, era como quedarme sin aliento. He arriesgado mi vida por ti. He recorrido a pie media Ravka por ti, y lo haría otra vez, y otra, y otra, solo para estar contigo, solo para morirme de hambre contigo, y congelarme contigo, y oírte quejarte del queso cada día.
Así que no me digas que no encajas conmigo —añadió fieramente.