Un baile con el príncipe de los Fae

Sus labios se estrellan sobre los míos con una fuerza que me empuja hacia atrás del mismo modo que la noche anterior.

Entonces, ¿cómo acabaste casado conmigo? —pregunto con una carcajada.
—Porque creo que eres la mejor mujer de todas. —Davien me mira directo a los ojos al decirlo

—No es nada.

—Lo que sea que desees nunca es «nada» para mí.

—Creo que el mundo es un gran chiste, y la única tragedia es la gente que parece no poder reírse de él —declara con una sonrisa.

—Te vi de verdad la primera vez que entraste por mi puerta. He visto tu alma y me he enamorado de ella. Así que no hay nada en el revestimiento humano que la alberga que podría hacerme quererte menos.

—En contra de todo pronóstico, te quiero, Katria.

Dijo que me quería, pero no está dispuesto a creerme. Entonces, ¿de qué sirve ese amor? Esta es solo una prueba más de lo que siempre he sabido: el amor no sirve para nada.

—Tienes que venir conmigo.

—A donde quieras —jadeo con suavidad.

Entonces me veré obligada a soportar cualesquiera abusos y maltratos que quiera infligirme en nombre de la cosa más malvada del mundo: «El Amor».