Nueve lunas

Yo a estas alturas pensaba que todas las mujeres me querían meter el dedo. Y era cierto.

Pero era demasiado tarde para volverme hippie. Demasiados años de amargura no se borran así como así.

A las doce suspiré aliviada: mi hija se había salvado de nacer el mismo día que Alberto Fujimori, el ex presidente del Perú.

Ser de un país pero vivir en otro es como tener un amante sin renunciar del todo al viejo y dedicado esposo. Si nos falla uno, queda el otro, y viceversa: un país oficial y uno de repuesto.

No sé si era este cóctel molotov de hormonas, pero aquella «fantástica aventura llamada embarazo», «la más ilusionada espera de tu vida», «los nueve meses inolvidables», habían desatado mi lado más dark.

Lo que siempre me pasa con los avances científicos: no sé si reír o llorar.

Lo leí y quedé tan impresionada que poco después ideé llevarlo al colegio. Recuerdo que antes de empezar alguna clase leía en voz alta a mis amigas párrafos enteros sobre la necesidad de resistirnos a nuestro destino biológico.

Cómo debía criarse a un ser humano para que sea capaz de atajar las burlas de sus amiguitos a propósito de las descripciones técnicas que hacía su madre del sexo grupal? ¿En qué colegio alternativo debía matricularlo?

Escribir sobre sexo se había vuelto rentable. Sin ir muy lejos, por los días en que descubrí que esperaba un bebé, estaba poniendo punto final a un libro.

para el escándalo hay un límite de edad