Medea me cantó un corrido

Una vez vi a una señora, creo que psicóloga, decir en un TikTok que les digan a sus hijos que son chingones o un día va a llegar un verbeador y se los va a decir nomás para llevárselos a la mierda. Sé que suena a discurso barato, pero es verdad, carnal. El compa nos endulzó el oído y luego nos dice: ¿No quieren trabajar para mí?, es fácil. Ahorita mismo les doy un iPhone del más nuevo y mañana se salen a ruletear tal y como andan en las patinetas rayando paredes. Nomás me avisan sobre los puntos de venta de droga y las movilizaciones del gobierno, les ofrezco mil quina a la semana y todo lo que ocupen para trabajar: latas de pintura, unas tablas nuevas, unos audífonos.

Aceptamos en corto.

Me entregó al Belibellaco, lo abracé y le pregunté a la doña: ¿Qué pedo?, ¿dónde estoy?, ¿dónde está el Sardis? Me contestó que Sardis estaba vivo, herido de gravedad pero que sobreviviría. Agitó sus manos y apareció una mesa, un sillón. La mesa estaba llena de la comida de mi jefita. Me dio un reproductor de música y unos audífonos. Me abrazó como nunca nadie me había abrazado y me dijo: Espera aquí a tu mamá, a ti ya se te acabó el corrido, pero fue un gran corrido. Aquiles y Ulises te envidiarían de todo lo que lograste. Me dio un beso en la frente y surcó el cielo en un carruaje jalado por serpientes.

Me creí el corrido porque pensé que si era un jefe, un duro, un cabrón, mi mamá me iba a decir «mijo», en lugar de decirme idiota, pendejo, mocoso, que me iba a decir: Jordán, te quiero mucho, mijo.

Pero me creí el corrido.

conté a tu familia por lo que estás pasando, me dijo. Todas lo han hecho, todas lo hemos hecho, te van a saber cuidar. Le sonreí y me recosté en su hombro.

hermana trajo un suéter y me ayudó a ponérmelo, mientras me decía al oído: Yo también lo hice. Todas tenían cara de complicidad. Me sentí abrazada. Me sentí en casa. Me sentí arraigada. Me arrepentí de huir. Vi que Manuel me estaba marcando, Medea me miró torciendo la boca, apagué el celular.

La única adrenalina que ha sentido, el único dolor que ha experimentado, es que le pongan el cuerno o que lo rechacen a pesar de ser un jefe de jefes. Y entre todas esas contradicciones es provida, porque pobrecitos bebés, qué culpa tienen. Usa niños como carne de cañón, pero abortar, eso sí que es un crimen. Manuel era un amasijo de contradicciones y en ese momento lo amaba mucho y me cagaba la madre al mismo tiempo.

corridos hablan de ejecuciones, de que es un as para la guerra, pero su papel en la guerra es ordenar levantones y emboscadas por teléfono, mientras come helado de vainilla y cheesecake tortuga del Costco. La sangre le da asco, pero le brillan las pupilas cuando ordena un asesinato. No usa drogas, sus corridos hablan de tusi y coca, pero con una cold brew le da taquicardia. Tiene un perro chihuahua al que humaniza al punto de que tiene una recámara, nana, chef y veterinario de planta. Le gusta presumir que trae puro chamaco bien bélico, bien suicida, bien loco, bien placoso, bien armado. Porque él, él es un ñoñazo que ve Demon Slayer y se identifica con Tanjiro.

Una jaula de oro, si puedo ser sincera. Pero es mejor llorar en una jaula de oro que en una pocilga toda meada.

Estaba harta de ser apoyo emocional, apoyo académico, apoyo económico, apoyo sexual y que me dejaran por otra, que me pusieran el cuerno, que no resolvieran, que no me cuidaran. Estaba harta. Harta de ser la mujer del proceso.