Ella me sonrió, y la sostuve así, negándome a dejarla en el suelo mientras nos quedábamos allí.
Pero luego, apretando su agarre, se incorporó lentamente y me abrazó.
Mi pecho se hinchó, dolía como la mierda, y todo se apoderó de mí al mismo tiempo. Su olor, su calor, su cabello y su cuerpo… mis pulmones se hundieron, y no sabía por qué, pero se sentía tan jodidamente bien. Envolví mis brazos alrededor de ella como una banda de acero, casi sintiendo alivio por sostener algo, o alguien, por primera vez en una eternidad.