–Tiene algo, Lara, cierta intensidad. No estoy segura de poder explicarlo. Es muy masculino.
Lara abrió los ojos de par en par, se abanicó con la servilleta y dio un trago de agua.
–¿Y qué vamos a hacer para asegurarnos de que este hombre tan masculino se fije en ti?
Abby no logró contener una sonrisa de satisfacción.
–Eso no va a ser un problema. Ya me ha pedido salir.
Su amiga con cuerpo de modelo, cabello rubio ceniza y ojos color zafiro la miró atónita.
–¿En serio? Han sido las tetas, ¿verdad? ¡Lo que yo daría por tener esas tetas veinticuatro horas! Son como imanes para los hombres.