«¿Qué tal si seguimos adelante y solo nos topamos con más dolor y desesperanza?».
Aelin le había sonreído cuando él le hizo esta pregunta, parados en esa azotea en Rifthold. Como si ella hubiera sabido, mucho antes que él, que encontraría este agujero. Y que llegaría a la respuesta por su cuenta.
«Entonces no es el final».