Ana Galvañ

Kutipan

Vanessa Pugamembuat kutipan5 bulan yang lalu
El cuerpo de la mujer delgada era dado a partos rápidos. El niño, el primogénito, nació en una hora, y un año después de nacer nosotres, la tercera solo tardaría dos. Nosotres, en el medio, pasamos seis aferrándonos al cuerpo en contra del tirón. No hubo atajos
Vanessa Pugamembuat kutipan5 bulan yang lalu
Veníamos de alguna parte, como todo. Cuando se da la transición del espíritu a la carne, las puertas tienen que cerrarse. Es un favor. Sería cruel no cerrarlas. Quizá los dioses se olvidaron; a veces tienen ese tipo de despistes. No es que tengan mala intención —o, al menos, no suelen tenerla—. Pero se trata de dioses, al fin y al cabo, y les trae sin cuidado lo que le suceda a la carne, sobre todo porque es una cosa lentísima y aburrida, burda y extraña. No le prestan demasiada atención, salvo cuando toca recolectarla, organizarla y ponerle alma.
Vanessa Pugamembuat kutipan5 bulan yang lalu
Éramos a la vez viejes y recién nacides. Éramos ella y, al mismo tiempo, no lo éramos. No estábamos conscientes, pero sí vives. De hecho, ese era el problema primordial: que éramos un nosotres aparte en lugar de ser, pura y llanamente, ella.
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