Pablo Rivas

Somos todos frágiles
excepto cuando llega la hora
de juzgar al otro.

Yo ya no quiero
entender qué somos.
Necesito volver
a las cosas simples:
cuidar mi patio,
regar las plantas,
amasar la tierra.

¿Cuándo se reemplaza un deseo
por uno nuevo?
Imposible saberlo:
las transiciones nunca son ordenadas.

Mi angustia se festeja a sí misma
igual que un borracho
se ríe al final de sus propios chistes.

Objetos perdidos (I)

Ahora que llueve
el paraguas que dejaste acá
es todavía más irónico.

De la última vez que nos vimos,
apenas queda ese objeto
que descansa en un rincón
para consolarme:
ser olvidado no es algo
que me pasa solo a mí.

Llorar en el trabajo

Un gesto de amor intenso
no siempre es tan visible,
pero yo pude reconocerlo al instante
el día que te mandé un mensaje
preguntándote qué se hacía
cuando se quiere llorar en el trabajo
y vos me respondiste
que me ibas a regalar un tapaojeras
para que la próxima,
en vez de evitarlo,
pueda disimularlo.

porque cuando no se tuvo nada que
perder sólo queda la costumbre
de mirar más allá de la supervivencia

Te quería decir
que la nostalgia es a veces
el espacio
chiquito y celeste
que queda entre tus párpados
cuando miras la calle.
Que pueden ser las palabras
que elegís para contar
tus vidas pasadas
entre las montañas.
O la manera
en que se ilumina tu cara
cuando prendés un cigarrillo.
Como en la oscuridad
de una cueva.
Te quería decir eso.
Que estoy contando
cuántas caricias caben
en un cuerpo.
Cuántos silencios entran
en una noche.
Que la nostalgia
es para mí

esta lastimadura
que tengo en el labio:
me arde
pero me gusta.
Eso te quería decir.

A veces,
me como mi propia piel,
las astillas
que dejan mis dedos.